La población de todo el mundo no deja de crecer y de manera paralela se dispara la necesidad de agua potable, para satisfacer las necesidades de todos los seres vivos del planeta.
El Día Mundial del Agua, se conmemora todos los días 22 de marzo desde 1993, cuando fue instaurado por la ONU, con el fin de dar importancia a todas aquellas situaciones que se viven en todo el mundo, vinculadas al agua. Como cada año este día viene presidido por un lema, que en 2020 es: “Agua y Cambio Climático”.
Relación e interdependencia
Los vínculos entre el agua y el problema del cambio climático son tan preocupantes como intrincados. La desertificación de ciertas zonas del mundo, la falta de agua en las áreas más vulnerables, los cambios en los suelos, la pérdida de fuentes de agua potable o el aumento de las catástrofes naturales, son algunos de los efectos de dicho cambio climático.
Esta situación está generando un agotamiento de los recursos hídricos naturales, al tiempo que provoca daños medioambientales muy importantes.
Las grandes superficies de aguas, incluidos los humedales, pantanos y océanos, son los sumideros naturales del CO2, por lo que deben ser protegidos, para intentar alcanzar un equilibrio y romper con la tendencia del calentamiento globa, que impera a día de hoy y cuyos resultados son tan funestos como negativos.
Las nuevas técnicas agrícolas y ganaderas deben apuntar hacia la sostenibilidad y ser climáticamente inteligentes, de modo que el uso del agua sea mínimo y esté optimizado al máximo. Para lograr este objetivo es imprescindible hacer una gestión de reutilización segura de todas las aguas residuales, mucho más eficaz y eficiente.
Un recurso más que necesario
Entre el 60 y el 90% del volumen del cuerpo de los animales (incluido el ser humanos) y el 90% de las plantas están compuestas de agua, lo que convierte a este recurso en el más indispensable para la vida. Ningún ser vivo debe quedar sin su ración, por lo que la gestión de la misma deba ser cuidadosamente planificada y ejecutada.
Esto implica que no hay tiempo para perderlo en discusiones estériles, sino que los políticos deben poner manos a la obra y comenzar a planificar las acciones futuras, para prevenir males mayores. De igual modo, la población tiene que tomar conciencia de la importancia de su rol a la hora de evitar el despilfarro del agua.
Hay una realidad y es que agua es una gran ayuda para combatir el cambio climático, siempre que se empleen soluciones inteligentes y sostenibles al usarla, reciclarla y distribuirla. Si a ello se le suman los pequeños pero imprescindibles esfuerzos personales, revertir el cambio climático y repartir el agua de forma equitativa y justa, es una posibilidad tangible.
Crisis mundial del agua
Unos 750 millones de personas en todo el mundo (casi el 10% de los habitantes del planeta) sobreviven sin tener acceso a una fuente de agua potable, segura y limpia. El Día Mundial del Agua es un buen momento para que aquellos que se olvidan de lo importante que es tener un grifo y agua a demanda, reflexionen y valoren estas circunstancias.
Son muchas más las personas que cada día perecen por falta de agua potable, que las que mueran por diferentes formas de violencia, incluidas las guerras o los asesinatos. La escasez de agua provoca multitud de enfermedades, muchas de ellas evitables y lamentablemente los más afectados son los niños, ya que por afecciones diarreicas fenece uno por minuto.
Una cuarta parte de la población no tiene instalaciones sanitarias en sus hogares y más de un 20% de los hospitales y centros de atención médica del mundo, ni siquiera cuentan con agua potable, mucho menos con letrinas o inodoros. Esta situación ya de por si lamentable, se transforma en espeluznante cuando se presentan brotes de enfermedades infecciosas, como es el caso de la pandemia actual de COVID19.
En gran parte de África, especialmente en las áreas subsaharianas, las mujeres y las niñas son las encargadas de ir a recoger agua para uso familiar. Se pierden miles de horas de estudio, trabajo y ocio en estas actividades y ello hace que el tiempo productivo de estas mujeres es de los menores del mundo.
Si hubiera fuentes de agua potable segura, cercanas a cada una de las poblaciones del mundo, el hambre y la desnutrición se reducirían en gran medida, así como descenderían los niveles de mortandad y de enfermedad, que padecen los habitantes de las zonas más vulnerables y deprimidas del mundo.
¿Qué se puede hacer?
No hay ninguna duda que el primer paso está en valorar la importancia del agua, aprender a cuidarla y dar el ejemplo de que es factible vivir sin desperdiciarla. Es de vital importancia que todos apreciemos la verdadera magnitud del problema y seamos conscientes de la necesidad de preservar este preciado bien.
Es necesario que los políticos y gobernantes se pongan de acuerdo y tengan un objetivo común, que incluya la reversión del cambio climático, la mitigación de sus consecuencias y el logro de una gestión y distribución de las aguas justa, participativa y global, de modo que nadie tenga que padecer sed.
Otro punto importante para la conservación y preservación del agua es una revisión de las leyes, con el fin de evitar el despilfarro y la contaminación de las aguas, por parte de las industrias y las empresas, junto con un endurecimiento real, en las multas y penas que se le impongan a quienes incumplan con la legislación.
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