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HUMEDALES-LEY-III-A

Ricos en naturaleza y vitales para el ser humano


Los humedales son las arterias y las venas del paisaje. Aunque solo cubren un pequeño porcentaje de la superficie de la Tierra, son fuente de salud y riqueza. Nos aportan agua dulce, garantizan el suministro de alimentos y ayudan a mantener la biodiversidad del planeta. También nos protegen frente al cambio climático y representan el medio de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo. Sectores como la pesca, la acuicultura, la plantación de arroz, la recolección de aceites y plantas medicinales o incluso el turismo dependen en mayor o menor medida de los humedales.

Pese a su importancia, la Convención de Ramsar denuncia que durante el último siglo desaparecieron el 64 % de los humedales del planeta. El incremento de los usos agrícolas, el pastoreo, el desarrollo de infraestructuras o, simplemente, la contaminación de sus aguas, son algunas de las razones que han originado esta preocupante situación.

Y la tendencia sigue en aumento. La destrucción de los humedales se ha acelerado a partir del año 2000 y, en la actualidad, se calcula que estos valiosos ecosistemas desaparecen a un ritmo tres veces superior al de los bosques, con efectos especialmente devastadores en zonas continentales y, sobre todo, en Asia.

Los beneficios de los humedales son innegables. Además de rellenar los acuíferos subterráneos que dan de beber a casi dos mil millones de personas en Asia y otros 380 en Europa, estos cuerpos de agua resultan indispensables para el planeta por los innumerables “servicios ecosistémicos” que ofrecen a la humanidad:

Limpian el agua. Los humedales actúan como una depuradora de aguas residuales, filtrando desechos nocivos para las personas y el medio ambiente. Los sedimentos, las plantas y las especies marinas absorben algunos de los contaminantes procedentes de los pesticidas, la industria y la minería, incluyendo metales pesados y toxinas.

Control de inundaciones. Los humedales son amortiguadores de la naturaleza. Las turberas y los pastizales húmedos en las cuencas fluviales actúan como esponjas naturales, absorbiendo las precipitaciones, creando amplias charcas de superficie y reduciendo las crecidas de los arroyos y ríos. Esa misma capacidad de almacenamiento también protege contra la sequía.

Sumideros de CO2. Las turberas cubren aproximadamente el 3 % de la superficie terrestre del planeta pero contienen el 30 % de todo el carbono almacenado en la tierra. Esto constituye el doble de la cantidad almacenada en los bosques de todo el mundo. Ahora bien, cuando se queman o se drenan para la agricultura, pasan de ser sumideros de carbono a fuentes de carbono. Las emisiones de CO2 derivadas de los incendios, el drenaje y la explotación de las turberas equivalen al 10 % de todas las emisiones anuales de combustibles fósiles.

Mantienen la biodiversidad. Los humedales albergan más de 100.000 especies conocidas de agua dulce, y esta cifra aumenta continuamente. Entre 1999 y 2009 se descubrieron unas 257 especies nuevas de peces de agua dulce en el Amazonas. Además, los humedales son esenciales para muchos anfibios y reptiles y también para la reproducción y migración de las aves.


Fuente/Fundación Global Nature
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