En el balance anual del gremio renovable, se destacó que el 2022 fue un año récord para las ERNC, con un 33% de participación en la generación de energía eléctrica, aumentando 6 puntos porcentuales con respecto al año anterior; y la capacidad instalada ERNC alcanzó 13.781 MW, constituyendo el 41,3% de la capacidad instalada del país.
Asimismo, durante 2022, el factor de emisiones del SEN disminuyó en un 22% con respecto a 2021, lo que equivale a reducir el parque automotriz en 1,5 millones de vehículos.
2022 fue un año récord para las energías renovables. Así lo confirmaron las cifras del tradicional Balance presentado hoy en la Conferencia de Prensa Anual de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (ACERA A.G.), que contó con los análisis y presentaciones del Presidente del Directorio del gremio, Jaime Toledo y de su Directora Ejecutiva, Ana Lía Rojas, que además de los principales hitos del año recién pasado, destacaron las perspectivas y principales desafíos de cara al 2023.
En su apertura, Jaime Toledo, Presidente de ACERA, destacó los principales acontecimientos que han marcado el increíble crecimiento y perseverante carrera de las energías renovables y el almacenamiento en lograr anticipadamente sus metas en estas últimas dos décadas -a propósito del 20º aniversario de ACERA este 2023- , resaltando que las ERNC han dejado de ser una declaración de intenciones o un sueño sino que “la única forma que tiene nuestro sistema eléctrico nacional para seguir expandiéndose, en consistencia con la urgencia climática, las demandas de la ciudadanía y el cumplimiento de nuestros compromisos en materia medioambiental y de justicia en la transición energética”, aclaró.
Sin embargo, señaló que junto con el optimismo de las buenas cifras del 2022 y los grandes éxitos y avances estos últimos 20 años, estamos también “en un momento de inflexión, con baches y grandes retos para esa senda de acciones que requerimos como país para ser capaces de concretar la anhelada transición energética de nuestro sector”, agregando que “no podemos quedarnos en la autocomplacencia sin señalar los múltiples desafíos que como industria deberemos superar este 2023 para seguir avanzando fuerte y decididamente en un trabajo público privado para el cual es necesario dialogar y comprender que esta transición energética es más compleja y desafiante de lo que puede parecer”, recalcó Toledo.
La participación ERNC aumentó seis puntos porcentuales respecto al 2021, llegando a un 33% de generación; con un peak de participación horaria de ERNC en la matriz eléctrica de generación de un 71,3%. También se destacó que durante el 83% de los días del año, la máxima participación horaria ERNC superó el 50%.
En tanto, la capacidad instalada ERNC alcanzó 13.781 MW, correspondientes al 41,3% de la capacidad instalada total del país y 155 nuevos proyectos nuevos adicionados al sistema eléctrico nacional, entre ERNC y sistemas de almacenamiento, totalizando 3.954 MW y una inversión estimada de 4.216 millones de dólares.
Asimismo, el factor de emisiones de GEI del SEN durante 2022 fue 0,302 [TonCo2eq/MWh] disminuyendo en un 22% con respecto a 2021 . Esta reducción significa 6,84 millones TonCo2eq menos respecto a 2021, lo que equivale a reducir el parque automotriz en 1,5 millones de vehículos.
Si bien hubo un aumento de la generación renovable en la matriz, y una cifra récord en participación de éstas, en el 2022 se experimentaron una serie de afectaciones para el sector de energías renovables y de almacenamiento, alertas que pueden implicar una pérdida de atractivo para nuevas inversiones en el sector renovable, tales como: récord en los recortes o vertimientos de ERNC, alta exposición a costo marginal cero, sumando entre 1500 a 2000 horas de precios 0 en el sistema y profundización de las diferencias de precios internodales, conocidos como desacoples, tres afectaciones que sin embargo, no tienen un plan de gestión para los próximos meses. También se mencionó como punto bajo del año a las empresas generadoras que informaron su imposibilidad para cumplir con sus contratos de clientes regulados, y por ende, suspendidas del mercado de corto plazo.
Por último, la grave afectación que supondrá la modificación de reglamento de potencia cuyo perjuicio sobre los reconocimientos de pagos para la energía solar y aumento de pagos para las energías fósiles, no se condice ni son coherentes con la política de descarbonización que el país persigue, por nombrar sólo algunos de los puntos que más preocuparon el año recién pasado.
“Uno de los retos más importantes para el 2023 es el plan de manejo para los vertimientos que corresponden a recortes de energía renovable, limpia y barata que no se pueden integrar al sistema por distintas razones asociadas a la transmisión, congestiones y a la falta de flexibilidad del parque eléctrico nacional. Éstos han aumentado en 225% respecto del 2021”, advirtió la directora ejecutiva de ACERA, Ana Lía Rojas.
Finalmente, el gremio detalló una variada lista de desafíos, donde estimaron fundamental relevar al menos los más clave para el futuro del sector energético como un todo; entre ellos, el seguir parlamentando con el Ejecutivo sobre la propuesta del nuevo reglamento de potencia, que una vez que entre en vigencia, le otorga un reconocimiento de pagos al almacenamiento en desmedro de la energía solar y sin afectar a las fuentes térmicas fósiles; impulsar urgentemente el inicio de una discusión seria y fundamentada sobre el diseño y definición de remuneración de un mercado eléctrico con alta penetración de renovables, la cual se requiere para un futuro descarbonizado; y por último, la importancia de tener una adecuada gestión territorial para todos los actores de la transición energética del sector eléctrico, donde para cumplir con las metas de descarbonización es necesario construir más centrales renovables.
“Nuestra industria, tiene tanto una historia como un origen común con el cuidado del medio ambiente y nuestro compromiso es y será siempre trabajar por la mayor inserción de energías renovables, la convivencia armónica con las comunidades y el territorio, una política de eficiencia energética y gestión de la demanda con señales económicas adecuadas para el ajuste del consumo cuando hay señales de estrechez energética; la ampliación de los consumos electrificados y, en definitiva, la acción para la disminución de emisiones del sector eléctrico y la descarbonización de nuestra matriz. ”, concluyó Jaime Toledo.
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