Hace ya muchos años que se habla del mercado del carbono, explicando que es una forma de minimizar el impacto del dióxido de carbono que las empresas emiten a la atmósfera, pero lo que no siempre se sabe es: ¿cómo funciona y qué tan eficiente es este mercado?
Objetivos y funcionamiento
El objetivo del mercado del es limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, mediante a un derecho de , que puede negociarse. Cada sujeto al mercado debe, al finalizar cada , entregar tantos derechos como CO2 haya emitido a .
Uno de clave del funcionamiento del mercado de es la asignación de derechos, que es que representa que tiene de emitir una tonelada de CO2. Cada , los Estados europeos determinan el número de derechos a los que tienen derecho las interesadas.
Esta asignación se establece en función del sector empresarial al que pertenece y a la cantidad de GEI emitidos, por más ecológicos de este sector. Algunas pueden beneficiarse de derechos de gratuitos, por dos motivos: para no debilitar y la fuga de , es decir, la deslocalización de las actividades emisoras, hacia donde se exija una normativa más flexible.
Una vez asignadas las cuotas a , surgen dos escenarios: que las emisiones de gases de efecto invernadero de sean inferiores a asignada o que la sobrepasen. En caso la empresa puede revender sus derechos de en el mercado del carbono o decidir conservarlos para más adelante y ahorrarlos mediante de la . En el segundo, lo que hacen las es comprar derechos adicionales en el mercado del carbono o recurrir al préstamo de derechos de emisión.
Evolución y eficacia
El mercado europeo del carbono se basa en tres principios fundamentales que son: la necesidad de que exista un europeo donde se contabilizan las emisiones, la posibilidad de imponer sanciones y la capacidad que el mismo tiene de garantizar de la información transmitida.
Desde sus inicios este mercado ha sufrido una serie de fallas, puesto que al principio no lograba incentivar a las para que redujesen sus emisiones. Para 2005, europeos temían que de emisiones restrictivo fuese el elemento paralizante que afectase a europeas.
Para evitar esto se les asignó a las empresas una cantidad significativa de derechos de emisión, lo que hizo bajar los precios en 2007. En ese momento, a las organizaciones de todo tipo les resultaba mucho más rentable y ventajoso comprar derechos de emisión adicionales, que reducir eficazmente sus emisiones.
Cuando la crisis económica del 2008 redujo la actividad empresarial, también se produjo una disminución significativa de las emisiones, sin que se realizaran esfuerzos específicos para reducir la contaminación. A partir de 2009, el precio del carbono se situaba en menos de 15 euros por tonelada. A principios de 2013 el 80% de los nuevos permisos que se otorgaban eran de emisión gratuita hasta que la CE puso coto a esta situación.
En 2019 se retiraron del mercado los derechos excedentes, con el fin de garantizar un precio mínimo. Las emisiones de GEI cubiertos por el mercado de carbono registraron su mayor reducción, cayendo un 9,1%, lo que significaba unos 152 millones de toneladas de CO2 menos que el año anterior, según las cifras de la Comisión Europea. A partir de ese momento el precio de la tonelada de dióxido de carbono se mantiene en alza.
Fuente/Chile Desarrollo Sustentable Chile Energías/www.chileenergias.cl www.facebook.com/chileenergia.cl/ twitter.com/chileenergias #chileenergias,#energías,#CambioClimático, #eficienciaenergética